20 jul 2017

Alemania, un espejo donde mirarse

El desafío de un país altamente industrializado de descarbonizar su economía y virar su matriz energética hacia fuentes de generación renovables y 100% de eficiencia está en marcha. Las claves del modelo germano y su contrapunto con el argentino.

Hace más de una década, Alemania emprendió la llamada "transición energética" (die Energiewende) para pasar de una matriz basada en carbón, petróleo, gas y energía nuclear, a otra sustentada por energías renovables, sin que esto afecte su actividad industrial.

Hoy, el 35% de la demanda eléctrica de la "locomotora europea" proviene de fuentes renovables como eólica, solar, biogás y biomasa (aunque la cifra es bastante menor en los sectores de calefaccionado y transporte), según datos de EcoLogic Institut, uno de los think tanks de la política ambiental germana. El compromiso es pasar a más del 40% en 2020 y llegar, en 2050, a cubrir el 85% de su demanda con fuentes limpias y lograr el 100% de eficiencia energética.

Aquí las comparaciones son odiosas, pero ilustrativas: la Argentina, un país con la mitad de la población y el PBI per cápita de Alemania, pero con un territorio más extenso y mayor capacidad eólica y solar por su situación geográfica, tiene actualmente menos del 4% de su matriz eléctrica basada en energías limpias y -según la Ley de Energías Renovables- llegará al 20% en 2025.

En el país germano, la transición energética tiene tres pilares. "La transformación del modelo de negocios desde las grandes centrales energéticas hacia la generación descentralizada de energía en cada hogar; la fijación de metas concretas de reducción de emisiones (de gases efecto invernadero) por parte de los gobiernos nacionales y locales; y la participación de los ciudadanos que generan energía en sus propias casas para autoconsumo y para volcarla a la red", explica Stefan Schurig, director de la Comisión de Clima y Energía del World Future Council.

En Alemania, cada comunidad de vecinos puede invertir en aerogeneradores o paneles fotovoltaicos, e incluso muchos productores rurales lo hacen para complementar ingresos o financiar sus actividades tradicionales. La participación de comunidades y pequeñas empresas es alta. "Más del 90% de los proyectos eólicos y solares son llevados adelante por pymes, comunidades y municipios, y menos de un 10% están a cargo de grandes desarrolladores".